Escenario La estación central de ferrocarriles de La Habana

Escenario La estación central de ferrocarriles de La Habana

La Estación Central de Ferrocarriles de La Habana fue erigida en 1912 en los terrenos del Antiguo Real Arsenal de La Habana, donde se fabricaron en su momento hasta navíos de línea de guerra.

En la permuta de los terrenos del antiguo Arsenal por los de la Estación de Villanueva, calificado en su tiempo como «el cambio de la vaca por la chiva», los Ferrocarriles Unidos se comprometían a edificar una nueva y digna Estación para la capital, así como a realizar la entrada por elevados para no obstaculizar la circulación del tránsito automovilístico.

Este edificio —Monumento Nacional con su imponente arquitectura—, ratifica la importancia que adquirió una ciudad que desde la segunda mitad del siglo XIX es una urbe en franca expansión y modernización: entonces los adoquines llegaron a sus calles, desde 1862 las farolas de gas garantizaron la mayor parte del alumbrado público. En ese año año se instala la primera línea telegráfica y en 1867 aparece un cable submarino que permite la comunicación internacional.

Para la construcción y explotación de la terminal se constituyó una empresa en los Estados Unidos, llamada The Habana Terminal Co, inscrita en Kittery, Maine, con el fin de proporcionar facilidades terminales adecuadas y establecer en La Habana “una estación moderna, almacenes y otros servicios”.

Según recoge el libro «Impresiones de la República de Cuba en el Siglo XX», la terminal se inauguró con gran ceremonia el 30 de noviembre de 1912.

Construida en la intersección de las calles Arsenal y Egido, tiene el frente para esta última calle, frente a una plaza pavimentada de adoquines de 33×66 metros y cerrada por una verja de hierro y cemento con farolas en cada una de las columnas.

Con un severo es tilo Renacimiento Español, consta de cuatro pisos rematados a ambos lados por dos torreones que se elevan 38 metros sobre el nivel de la calle, construidos de acero y hormigón armado y adornado con terracota y azulejos ,que según José Gelabert, recuerdan la Giralda de Sevilla y que todavía hoy día, sirven de elementos orientadores en la ciudad. El tejado estaba cubierto de tejas rojas españolas y en el centro aparecía un gran reloj que se iluminaba por las noches.

El piso bajo contiene las salas de espera, decorado con columnas revestidas de mármol y dotado de restaurante y taquillas. Los tres pisos altos lo ocupaban oficinas de la empresa ferroviaria, con dos ascensores para darles servicio.

En la entrada principal había oficinas de correos y telégrafos. La plataforma consta de cuatro sotechados dobles sobre los andenes, que daban acceso a 8 vías para trenes de pasaje. Los andenes de carga se encontraban al este de la estación.

El acceso de los trenes de pasaje se efectuaba por un viaducto de más de un kilómetro, al que siempre se le llamó «El Elevado», que llega desde el final del Arsenal hasta el Puente de Agua Dulce.

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